viernes, 4 de julio de 2014

Melancolía



Siento una extrema melancolía, una insaciable sed y un extraño vacío, de tus beso, de la calidez de tu piel, de la suavidad de tus labios , del placer de tus gemidos, de las noches en que no necesitaba nada más que una simple caricia, un roce perezoso, que sostuviera una razón.

Recorrí esa distancia, camine ese camino para parar a ese instante en que tu destino y el mío se detuvieron, en esa mirada, en ese gesto, en la timidez de tu sonrisa, en nuestra primera palabra, en el primer adiós. Aquel día me contuve de besar tus labios, de jugar en tu cuello, de perderme en ti.
Supe, aunque tú lo obviaras, que no podrías alejarte de aquí, de mi pensamiento. Supe cuando desviaste la mirada y te acariciaste el pelo, que te abrumaba como te miraba, pasión, amor. Que en el rubor de tus mejillas se escondía el placer del deseo.
Caminaste, ligera, liviana, y mi mirada se fue contigo, te marchaste, hasta el día que te vuelva a ver y me devuelvas el beso que te llevaste. Continuamente sumergido en la melancolía de tu sabor, de tu color, de tu cintura. Melancolía de ti, de tu nombre, de la lluvia que te dibuja en el cristal.
Tú y solo tú y esta melancolía de estar sin ti. La soledad a un paso, el miedo al otro y el destino a otros tantos.

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