lunes, 14 de julio de 2014

Poesía



Poesía. Hice de tus labios poesía. Escribí de ellos cuentos, relatos y fantasías. Escribí sobre su color, sobre su matiz, escribí su vida para hacerla mía, en cada uno de los besos que se perdieron en tu boca, escribí los juegos de mi lengua entre tus dientes, del sabor de tus suspiros, del calor de tu aliento. Poesía la de tus labios al sonreír.
Lírica de métrica indeterminada que se extiende en el brillo de tus ojos, que se pierde por el largo de tus pestañas, que estalla en una de tus miradas. Lírica simple y sencilla en cada uno de tus gestos y detalles. Lírica es lo que escribía cuando naufragaba en la infinidad de tus ojos, cuando en la noche tu sabor me adormecía. Y un muro de palabras levante para construir una hermosa estatua de diamante, como tu alma; de zafiro, como tu mirada; de rubí, como tu corazón. Lírica y más lírica, sin música o con ella, sin nada o con todo, lírica como el  brillo de tu mirada.
Compuse la más hermosa métrica para ti, sin hacer sombra, sin llegar a merecer. Simples letras o palabras, frases o versos que se perdían una y otra vez en sentimientos. Métrica que marcaba el ritmo de lo que eras tú y de lo que soy yo. Sin más y sin menos, pero sin ti. Métrica ya perdida en garabatos y esbozos de grandes poemarios del corazón.
Mereces un gran verso, la mejor estrofa, el mejor poema del más grande de los escritores. Yo solo se escribir sonetos, sextetos, octavillas, coplas y demás que hablan de ti, del corazón, de lo que eres para mí. Composiciones que narran mi sentimiento, que cuentan la poesía de cada minuto contigo.
Poesía eres para mí, musa de mis sentimientos, testigo del negro sobre blanco, de las líneas que hablan de ti. Poesía, eso es lo que echo de menos, escribir esta noche en tu piel versos y estrofas en tu corazón. Poesía es lo que ponías en mi vida.

viernes, 4 de julio de 2014

Melancolía



Siento una extrema melancolía, una insaciable sed y un extraño vacío, de tus beso, de la calidez de tu piel, de la suavidad de tus labios , del placer de tus gemidos, de las noches en que no necesitaba nada más que una simple caricia, un roce perezoso, que sostuviera una razón.

Recorrí esa distancia, camine ese camino para parar a ese instante en que tu destino y el mío se detuvieron, en esa mirada, en ese gesto, en la timidez de tu sonrisa, en nuestra primera palabra, en el primer adiós. Aquel día me contuve de besar tus labios, de jugar en tu cuello, de perderme en ti.
Supe, aunque tú lo obviaras, que no podrías alejarte de aquí, de mi pensamiento. Supe cuando desviaste la mirada y te acariciaste el pelo, que te abrumaba como te miraba, pasión, amor. Que en el rubor de tus mejillas se escondía el placer del deseo.
Caminaste, ligera, liviana, y mi mirada se fue contigo, te marchaste, hasta el día que te vuelva a ver y me devuelvas el beso que te llevaste. Continuamente sumergido en la melancolía de tu sabor, de tu color, de tu cintura. Melancolía de ti, de tu nombre, de la lluvia que te dibuja en el cristal.
Tú y solo tú y esta melancolía de estar sin ti. La soledad a un paso, el miedo al otro y el destino a otros tantos.