viernes, 21 de junio de 2013

Hay días

Hay días en los que nadie entiende una lágrima que emborrone las letras de tinta escritas en papel. En papel tan frágil, que quiebra con el mero chasquido del corazón, tan frágil como el cristal que envuelve la urna de los sentimientos. Blanco y expectante para ser cubierto de frases que el mismo tiempo se encargara de borrar.
Hay días en los que nadie entiende una sonrisa triste, que en la comisura de los labios derrame todo aquello que le hace daño. Que entre los labios aguante el peso de tantas palabras calladas, los besos de tantos mordiscos hirientes, las huellas de un pasado que escuece en las gritas de la piel.
Hay días en los que nadie entiende un besos de despedida. Tu último beso, el mio. Un besos que se escapa y acaba en la punta del destino, llevado por la marea de lo que un día fue pasión y hoy es desilusión o compasión. Un adiós que llega para ser eterno, para que en el camino de la vida exista tu marca.
Hay días en los que nadie comprende un silencio, apagado y menguado. Un silencio que habla de más, que dice mucho y contiene poco. Un silencio con el que tiemblan los labios, con el que se apagan los ojos y se escapa la esperanza. Un silencio que espera una palabra y pueda romperse para decir tu nombre.
Hay días en los que nadie comprende porque amamos o queremos, esos días en los que las lágrimas corren por la piel, en los que las sonrisas, tan efímeras como las flores, se marchitan; en los que los besos se pierden y los silencios se hacen eternos. Hay días en que las preguntas afloran y es en esos días cuando tu corazón te demuestre porque la quisiste tanto y porque te duele hoy.

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