Había una vez un corazón
herido, entre reinas y princesas, entre cuentos y leyendas, entre
sueños y realidades. Al que se le permitió volver a amar, al que le
regalaron una nueva historia para volver a comenzar a latir. Había
una vez un corazón que volvió a soñar.
Había una vez un alma
engañada, entre mentiras y falsedad, entre soledad y tristeza, entre
halagos ponzoñosos y verdades mentirosas. A la que se le permitió
el volver a creer en aquello en lo que fracaso, a que le dieran la
oportunidad de olvidar el pasado para escribir con suspiros un
futuro.
Había una vez un beso
perdido, entre pasión y lujuria, entre amor y desamor, entre deseo y
cariño. Al que se le encontró unos labios en los que posarse, una
lengua con la que entretenerse, una piel sobre la que pasear. Había
una vez un beso que encontró el espejo en el que reflejarse.
Había una vez una
oportunidad que se anclo, un sueño que se realizo, una esperanza que
surgió, un desengaño que naufrago, una mirada que penetro y una
caricia que se entretuvo. Había una vez un jirón de tiempo que se
desgajo en recuerdos y se perdió en la inmensidad de la nada. Había
una vez un todo para nada, porque siempre hay una vez.