Pasa el tiempo, lento y
vago sobre las horas, pasa acomodado en los minutos que gotean, en
los segundos que remolonean en los días. Pasa el tiempo como si de
una eternidad se tratase, pasa eterno sin agotarse, pasa sin final.
Pasa el viento que empuja
con caricias, pasa rozando mi piel, por la que corretea recordándome
como era tus caricias, como eran tus dedos jugando con mis manos.
Como eran tus besos, como eran tus labios humedecidos arrancando a mi
boca su saliva, absorbiendo ávidos de amos, toda mi alma.
Pasan las estrellas con
su brillo infinito que abriga la oscura noche, como lo hacían tus
miradas en las despedidas, amargas y dolorosas, brillan tus ojos como
los míos en cada despertar, cuando nuestras miradas se cruzaban para
darnos los buenos días. Corrían los te quieros para alegrar el día
y soñaba mi corazón con verte una tarde mas.
Pasa la lluvia que moja
mi cara y arrastra con ella mis lágrimas saladas. Gotea mi cuerpo
como lo hacen los recuerdos en mi mente, que hieren y se adhieren
como el frió penetrante, arrancando de mi pequeños sollozos.
Pasan los te quieros, los
te amos, pasan tus sentimientos y los míos. Vuelve el tiempo a pasar
tranquilamente, sin prisa, pasa con lentitud porque yo no te olvido.
Por más que me obligue a acurrucarme en otros brazos, por mas que
intente volver a querer soñar, jamas podre olvidar que mis sueños
te pertenecen, que recuerdo tus miradas, abrazos, besos y tu risa.
Por más que me obceque en querer olvidar no he de olvidar que yo no
te olvido.
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