miércoles, 25 de abril de 2012

Pesa el corazón


Pesa el corazón, como el metal de la armadura que me ceñí para evitar mas mentiras. Pesa como la piedra que recubre sus paredes e impide su latido. Pesa porque es un corazón muerto, sin vida, sin razón, sin ti. Porque aveces cuando tu memoria llega a el, es cuando le escucho gritar y dolerse de aquello que le hiere. Huye despavorido evitando enfrentarse una noche mas a ti, porque quiere seguir muerto mientras la oscuridad lo acaricie. Pesa porque retiene todo aquello de lo que no quiere desprenderse, recuerdos e ilusiones, esperanzas y aventuras, sueños y ternura y sobre todo de ti.

Una noche mas mi pecho aguanta su peso. Duele sentir su muerte. Duele notar como languidece lentamente. Duele percibir como se marchita. Duele apreciar como suavemente golpea contra el suelo, para deshacerse en pedacitos tan minúsculos que ni tus manos podrían volver a rehacerlo. Duele notar como no soy yo quien lo domina y te obedece a ti. Duele cuando el tiempo hace mella en el, cuando el devenir de los días lo envejece un poco mas, esperando a si una muerte agónica.
Pesa el corazón pues hay tanto en su interior, pesa cada noche que te recuerda, en cada día que te ve brillar. Pesa por que al se adhirió tu recuerdo, que incluso en sueños atormenta. Pesa porque tus manos lo adormecen con caricias de papel, con abrazos de cristal, tan efímeros como la estrellas fugaces de las noches de verano.
Pesa el corazón porque habitas en el, en ese mundo que yo me encargue de crear para ti. Pesa porque los sueños se refugian, en ese mismo habitáculo, junto con sus otras compañeras de viaje. Detrás de las ahora pétreas paredes, allí bajo llave y mil cadenas que impiden que vuelvan a aflorar. Pesa el corazón porque carga con mil y una razones para perder la razón.

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