lunes, 23 de abril de 2012

Navego


Navego entre mares que nunca creí que volvería a surcar. Vuelvo al mar de las tristeza como un viejo lobo de mar tullido por los embates de la vida. Vuelvo a dejarme llevar por esas olas que un día me arrastraron hasta una isla perdida en la que te encontré y decidí quedarme, pese a que no fuera mas que una ilusión que creo mi corazón herido. Una isla en la que bebí del mismo manantial del amor. Una isla en la que todo fue un cuento que no tuvo el final merecido.
Viajo mientras las olas golpean y resquebrajan mi pequeña embarcación de sentimientos. A la vez que el viento azuza las velas sin sentido alguno como los recuerdos que vuelan a mi cabeza cada despertar. La tormenta de mi pasión destroza mi cuerpo, a cada golpe cruje y se abren esas heridas en las que la sal de la mar escuece profundamente. Aprieta la tormenta, cada vez más, allí donde sabe que hace daño. Agarra y menea con su furia el pequeño bote cuyo único tripulante, yo, intenta mantener el rumbo aunque se que desde hace tiempo navego perdido y sin nadie, muchos saltaron intentando evitar el ser arrastrados, otros ni si quiera zarparon junto a mi, pues sabían que mi dolor les destrozaría y que este viaje al que partía era un viaje sin regreso.
A si pues surco los mares que un día crearon las lágrimas de aquellos a quienes les partieron el corazón, me llevan ráfagas de los suspiros de las almas desconsoladas, me golpean las olas de los recuerdos de todos aquellos que sufrieron por amor. Cantan las sirenas, esas canciones tristes que recuerdan los amores perdidos. Y yo navego en busca de estrellas que me recuerden los sueños y me guíen hasta un puerto en el que descansar de las embestidas de este mar.

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