Una marca en la piel y
otra en el corazón, una marca en los labios y otra en el alma. Una
marca que tras el tiempo no se ira pues todavía perdurara en el
recuerdo. Un recuerdo que en las noches de triste soledad te
despierta con la frente empapada por el sudor de la agonía de un
bello sueño. Un sueño que cada noche se repite y ansia lo que una
vez fue.
Una noche y otra, un
amanecer que te descubre el desvelo del sabor amargo del vacío de
las sabanas, una soledad que te acaricia tras el velo de una ilusión
perdida. Fueron tantos los momentos en que la soledad abrigo, en que
el murmullo de las voces no era nada mas que un tenue silencio que se
rompía en jirones para recordad la música con la que tu y yo
bailamos. Soledad que a pesar de tus palabras acompaña en cada uno
de los minutos que pienso en ti. Si me siento solo simplemente es
porque me faltas.
Una lágrima que resbala
y rompe en el alba para deshacerse entre mis labios. Esa lágrima
lleva tu nombre, ella recorre mi cuerpo y te lleva contigo allí
donde mueren las esperanzas. Un tiempo que se pierde, pues carece de
sentido esperar. Un tiempo que agoniza en la desesperación de quien
no sabe la verdad y una verdad que no sabe si es una mentira.
Una marca, una mas, en la
cicatrices que curaron hace tiempo. Una muesca en un corazón que
agoniza ante la falta de ti. Una herida que curara, lentamente, en la
soledad de un vacío perpetuo. Una marca que lleva tu sello, tus
mentiras, tu verdad y tu tranquilidad. Buscaste alejarte y la
distancia lo consiguió, para nunca mas encontrarte.
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