Un camino y al frente solo oscuridad. Un camino y al frente solo vació. Iba acompañado, alguien estaba a mi lado, no los veía, pues la noche llenaba todo los rincones. Hablaban pero no rompían el silencio, me hablaban pero no les escuchaba. Solo caminaba, anda sobre arena que jugaba con mis pies, sobre piedras que los herían, sobre hierba mullida que los acariciaba. Pero, seguía sin sentir.
Sentí, por fin, la cálida caricia del viento de verano, sentí el arrullo de las hojas, olí el aroma de aquello que creí tu perfume. Levante la vista del camino, y mire al cielo. Estrellas, miles de estrellas blancas iluminaban aquel cielo del color de tus ojos.
Estrellas que me hablaban, gritaban y saludaban. Estrellas a las que yo simplemente miraba. Entonces comencé a llorar, a lágrima viva, y ellas apenadas bajaron una a una a consolarme, se posaron sobre mi como miles de mariposas, jugaron con mi pelo, acariciaron mi piel, besaron mis labios y formaron tu figura. Recogiste en una mano mis lágrimas, con ternura, suavidad como si no quisieras que acabara ese momento. Me miraste, tus labios besaron los míos, soplaste en tu mano y mis lágrimas se transformaron en estrellas. Recuerdo que dijiste “Tranquilo, todo saldrá bien. Ahora te acompañare siempre” y entonces desapareciste. Intente atraparte, intente mantenerte a mi lado, pero solo había humo y el recuerdo de tu ultimo beso.
Comenzó a salir el sol, bañando de oro el camino, acabando con la oscuridad que había por todas partes. Y allí estaban todos, observándome, esperaban ese momento y les sonreí. Mire al cielo, mis estrellas no se habían ido, y si entonces supe que siempre me acompañarías.
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