He de decirte que me tengo que marchar.
Lejos, muy lejos, donde tus labios no me alcancen, donde tus caricias
no me encuentren, donde tus palabras no me seduzcan, donde la noche
sea día y donde los sueños no existan, he de marcharme porque te
estas convirtiendo en mi perdición, en mi locura, en mi enfermedad.
He de irme aunque no lo quiera, aunque
el reloj me pida que me quede, aunque tus besos me indiquen que
aguante un segundo mas, aunque tus susurros me ericen la piel, aunque
tu te abrazes tan fuerte que tu corazón retumbe en mi. He de irme
aunque la lágrimas escapen de su prisión, porque sentí tu calor
donde no quería sentirlo.
He de marcharme pero tus besos no me
dejan, me convencen para un instante mas. He de irme pero tus
caricias se pierden en mi piel, tus palabras muerden el corazón y me
pierden, me lían, me distraen y caigo. Caigo una y otra vez en la
pasión de tu besos, en la tentación de tu piel, en la alegría de
tu calor. Pierdo la noción del tiempo, pero he de escapar, he de
irme, no quiero ser atrapado ni caer en las redes de lo evitable. He
de huir porque este camino es el que estuve evitando.
He de marcharme donde nadie me
encuentre, he de alejarme de ti, he de evitar tu mirada y los
momentos junto a ti. Pero aunque sepa que me tengo que marchar,
siempre acabo acercándome a ti. Siempre acabo buscándote,
encontrándote, mirándote. Siempre acabo despidiéndome para volver
a verte.
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