lunes, 11 de noviembre de 2013

Esa silla

Aquel día, en que todo cambio, decidí quedarme quieto en el mismo lugar en el todo sucedió, decidí sentarme tranquilamente a ver pasar el tiempo, desde la tranquilidad de una silla contemple como las nubes se difuminaban con el viento, como las tormentas llegaban sin cesar para derramar sus lágrimas sobre mi, como el sol salia una y otra vez y allí, mientras yo esperaba, nada llegaba.
Llego un día en que aquel día dolió y su mero recuerdo destrozaba el alma. Ese día seguí sin levantarme y continué viendo pasar el tiempo, viendo pasar a las personas una y otra vez intentando quedarse para hacer de mi tiempo algo valioso, pero se marcharon o las eche. De eso hace tanto tiempo que ya no lo recuerdo, porque aveces mi único recuerdo es aquel día, ese dichoso día.
Aveces tengo ganas de levantarme y empezar a caminar sin rumbo alguno, solo con la esperanza de encontrar lo que busco o de encontrarme con lo que anhelo. Aveces sueño con que puedo volar y huir de esa silla en la que me estremezco, sueño que camino entre valles y montañas, entre ríos y mares, sueño que acaricio a las nubes y juego con las estrellas, como solía hacerlo antes de aquel día. Pero pasan las horas, los minutos y los segundos, pasa el viento rozando mis labios, los pájaros cantando mi canción o pasas tu y no ves.
Desde aquel día nada es igual, tu cambiaste, yo también, tu seguiste, yo me pare y aveces el destino cruel te trae en secuencias efímeras que entristecen y aprietan las ya oxidadas cadenas que me atan a esa silla. Me ancle y busco cualquier excusa para estar sentado, para no implicarme, para no decidir y mi mayor excusa es esa silla.
Ella lo es todo para mi, es mi sustento y mi energía, esa silla sostiene mis penas y distrae mis pensamientos, ella me da fuerza aunque desespere. Por aunque no me guste, aunque sea incomoda, aunque me queje de ella, aunque me duela el alma por no poder seguir creo que merece que la haga un rato mas de compañía.
Desde aquel día se que mi camino se uniría a la silla, por miedo o inseguridades, por lealtad o nobleza, por sentimientos o por razones sentenciadas. Quizás algún día tenga el valor de abandonarla y dejarla a su suerte, quizás necesite ese pequeño empujón para desperezarme y comenzar... Comenzar de nuevo sin miedos.

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