Aquel día, en que todo
cambio, decidí quedarme quieto en el mismo lugar en el todo sucedió,
decidí sentarme tranquilamente a ver pasar el tiempo, desde la
tranquilidad de una silla contemple como las nubes se difuminaban con
el viento, como las tormentas llegaban sin cesar para derramar sus
lágrimas sobre mi, como el sol salia una y otra vez y allí, mientras
yo esperaba, nada llegaba.
Llego un día en que
aquel día dolió y su mero recuerdo destrozaba el alma. Ese día
seguí sin levantarme y continué viendo pasar el tiempo, viendo
pasar a las personas una y otra vez intentando quedarse para hacer de
mi tiempo algo valioso, pero se marcharon o las eche. De eso hace
tanto tiempo que ya no lo recuerdo, porque aveces mi único recuerdo
es aquel día, ese dichoso día.
Aveces tengo ganas de
levantarme y empezar a caminar sin rumbo alguno, solo con la
esperanza de encontrar lo que busco o de encontrarme con lo que
anhelo. Aveces sueño con que puedo volar y huir de esa silla en la
que me estremezco, sueño que camino entre valles y montañas, entre
ríos y mares, sueño que acaricio a las nubes y juego con las
estrellas, como solía hacerlo antes de aquel día. Pero pasan las
horas, los minutos y los segundos, pasa el viento rozando mis labios,
los pájaros cantando mi canción o pasas tu y no ves.
Desde aquel día nada es
igual, tu cambiaste, yo también, tu seguiste, yo me pare y aveces el
destino cruel te trae en secuencias efímeras que entristecen y
aprietan las ya oxidadas cadenas que me atan a esa silla. Me ancle y
busco cualquier excusa para estar sentado, para no implicarme, para
no decidir y mi mayor excusa es esa silla.
Ella lo es todo para mi,
es mi sustento y mi energía, esa silla sostiene mis penas y distrae
mis pensamientos, ella me da fuerza aunque desespere. Por aunque no
me guste, aunque sea incomoda, aunque me queje de ella, aunque me
duela el alma por no poder seguir creo que merece que la haga un rato
mas de compañía.
Desde aquel día se que
mi camino se uniría a la silla, por miedo o inseguridades, por
lealtad o nobleza, por sentimientos o por razones sentenciadas.
Quizás algún día tenga el valor de abandonarla y dejarla a su
suerte, quizás necesite ese pequeño empujón para desperezarme y
comenzar... Comenzar de nuevo sin miedos.
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