martes, 22 de octubre de 2013

Una desconocida

Quizás te encuentres en algún lugar, puede que nuestras miradas se cruzaran en algún instante tan eterno que quedase gravado en mi memoria. Puede que alguna vez me haya fijado en ti sin querer y tus ojos me hayan cautivado, a lo mejor la casualidad me enseño lo fortuito de los trenes pasajeros que se marchan sin esperar.

Solo se que anoche soñé, soñé con tu mirada en la cama que me pedía un beso tras otro, con tu respiración agitada y tu corazón desbocado. Soñé con tus labios húmedos jugando a arrancar caricias en mi piel, con tus manos suaves perdiéndose en mi cuerpo. Soñé que jugábamos tras las sabanas en el frío invierno y, yo, por fin sentí calor.
Sentí el calor que tanto me hacia falta, la compañía que siempre quise, la sinceridad que tanto añoraba. Soñé que me recorrían mariposas y que mi corazón bailaba bajo tu voz. Tus cabellos rozaban la sensibilidad de mi piel llenándola de emociones que nunca comprenderé. Mis heridas, mis miedos, mis temores, desaparecían bajo el suave tacto de tus besos.
Vi tu mirada, profunda y eterna. Sentí tus besos, breves y personales. Acaricie tu cuerpo, caliente y tembloroso. Escuche tu voz, tierna y pausa. Susurre a tu corazón que se quedara junto al mio y comprendí que todo era imposible pues eras una desconocida en uno de mis sueños, que mis recuerdos pusieron en mi camino, soñé con un instante que sera eterno, pues a pesar de que no comprendo quien pudo ser sentí lo que quería sentir

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