Quizás te encuentres en
algún lugar, puede que nuestras miradas se cruzaran en algún
instante tan eterno que quedase gravado en mi memoria. Puede que
alguna vez me haya fijado en ti sin querer y tus ojos me hayan
cautivado, a lo mejor la casualidad me enseño lo fortuito de los
trenes pasajeros que se marchan sin esperar.
Solo se que anoche soñé,
soñé con tu mirada en la cama que me pedía un beso tras otro, con
tu respiración agitada y tu corazón desbocado. Soñé con tus
labios húmedos jugando a arrancar caricias en mi piel, con tus manos
suaves perdiéndose en mi cuerpo. Soñé que jugábamos tras las
sabanas en el frío invierno y, yo, por fin sentí calor.
Sentí el calor que tanto
me hacia falta, la compañía que siempre quise, la sinceridad que
tanto añoraba. Soñé que me recorrían mariposas y que mi corazón
bailaba bajo tu voz. Tus cabellos rozaban la sensibilidad de mi piel
llenándola de emociones que nunca comprenderé. Mis heridas, mis
miedos, mis temores, desaparecían bajo el suave tacto de tus besos.
Vi tu mirada, profunda y
eterna. Sentí tus besos, breves y personales. Acaricie tu cuerpo,
caliente y tembloroso. Escuche tu voz, tierna y pausa. Susurre a tu
corazón que se quedara junto al mio y comprendí que todo era
imposible pues eras una desconocida en uno de mis sueños, que mis
recuerdos pusieron en mi camino, soñé con un instante que sera
eterno, pues a pesar de que no comprendo quien pudo ser sentí lo que
quería sentir
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