martes, 19 de agosto de 2014

Dos enamorados



Conozco a quien huye del amor, a quien recorre las distancias para poner tierra de por medio, a quien juega una y otra vez con los rizos de tu pelo por mera diversión.  Veo a quien no sabe amar, a quien no quiso querer, a quien no quiso escuchar el latir de tu corazón. Me recuerdo una vez más en esos instantes que se dibujan en las efímeras nieblas de las madrugadas.
Me asome a la ventana, como de costumbre, buscando en el la luna la curva de tu sonrisa, la luz de tu mirada, el sueño de una noche que se evaporo.  Mire de nuevo a las estrellas como las miraba junto a ti. Jugué con mi aliento a los escalofríos sobre tu piel. Pero ellos, ellos me despertaron de mis pensamientos. Dos enamorados, en la noche fría, bajo la luz de una farola. Dos y un corazón, latiendo unido al unísono.
Dos enamorados entregándose, enredándose, mirándose y gravando en sus memorias cada uno de sus besos, de sus caricias, guardando para ellos los te quiero, los te amo. Me recordé en ellos, a ti y a mi, como la primera vez. Vi como se despedían y como se entretenían en sus dedos, como él la abrazo y la beso y te recordé otra vez.
Ella se marchó y el espero, porque sabía que volvería, porque tenía esa certeza, porque sabía que en ese instante, ella ya estaría escribiendo un te echo de menos. Pasaron apenas los segundos cuando ella llego corriendo y lo abrazo como si no hubiera otro día, como si hubieran pasado años desde su último beso. Desde ese momento supe que a ellos los había unido el destino.
Dos enamorados condenados a amarse, a buscarse en el fin del mundo, a separarse y a encontrarse en los recuerdos, para volver a estar juntos. Dos enamorados que se  pierden entre sus miedos y sus pobrezas, entre sus  tristezas y motivos, para descubrir que se necesitan. Ellos lo saben y aunque se extravíen siempre encuentran la manera de volver corriendo para ese abrazo que haga olvidar todo. Para ese último adiós sin fecha prevista.

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