El último beso no fue para ti,
fue para ella. En ella pensaba mientras tus labios empujaban a los míos.
Mientras mi lengua saboreaba tu calor, esperando el suyo. Siento decirte que el
último beso fue para ella, porque en ella pensaba, pensé en sus labios, pensé
en el latir de su corazón, pensé en nuestro primer beso y entonces restallo su
recuerdo. Nada supo igual porque pensaba en ella.
Recordé su último beso, aunque yo
fui quien se lo robe. Nuestro último beso, sin sentido, un beso perdido, un
beso equivocado, un beso que dolió. Dolió porque por en él, ella me dijo un “adiós”
mientras yo buscaba un “te amo”, porque en su sonrisa triste lo dijo todo,
porque sus ojos hablaron de la tristeza del sentimiento. Porque la lágrima que
resbalo hablo de que su corazón se había marchitado junto a mí. Porque ella
puso su punto y final.
Ahora, busco en cada noche una
mirada con la que amanecer. Una caricia con la que despertar, un beso con el
que dormir, un susurro con el que soñar y todo recordando nuestro momento,
pensando en ti, soñando en ti, deseándote sin descanso, sin tregua. Perdí la
cabeza en ese último beso.
El suspiro del destino hizo que
me vieras, que me encontraras, que nos miráramos como dos extraños. Hizo que
huyeras y que temieras ese último beso. Temiste que nuestras bocas se
encontraran, que jugaran, que bailaran. Temiste sentir, pero sentiste y tu sin
saber que ese beso fue para ti. Le besaras una y otra vez, a él, con quien te abrazas cada noche, le besaras deseando que
ese sea su último beso, porque ahora, después
de verme, de volver a soñar con mi sonrisa, con mis ojos, eres tu quien desea
que nunca hubiera habido un último beso.
Mi último
beso fue para ti. Tu último beso fue para mí.
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