Tan cruel es tu olvido que nunca
ha continuado, tan cruel es que mis sentidos enloquecen todavía con mis sueños,
tan cruel es que me tortura con tus fotografías, con mis recuerdos, con mis
sentidos. Tan vil es el olvido que pasa las horas y nunca llegas. Tan cruel es
que por más que lo espero, por más que me paro y por más que me entretengo
nunca me alcanza.
Y es que cruel es el tiempo que
me abandono y se paró un día, cruel porque el tiempo avanza y no cura las
heridas, si las mitiga, pero no las sana. A veces el destino es cruel porque
juega con los sentimientos, juega con las esperanzas, juega con los momentos y
mientras crees que soltaste su hilo, el, en un instante, te recuerda que sigues allí,
en su camino. Tan cruel son que siempre quitan y nunca vuelven a dar, nunca
recompensa, solo si olvidas y el olvido también es cruel.
Crueles fueron tus miradas
carentes, tus besos traicioneros, tus abrazos traperos, pues mientras yo iba uniéndome
más a ti, tú te separabas más de mí. Crueles fueron los momentos de felicidad,
pues me abandonaron contigo. Crueles fueron las risas, pues el eco de las tuyas
todavía me despierta. Cruel fue la pasión pues se perdió contigo.
Cruel es el amor que se marchó,
se fue, sin más. Y las mariposas del estómago dejaron de volar, murieron el día de su despedida. Cruel es la chispa que salto y me quemo, que me
enseño el amor, que me enseñó a querer, cruel fue porque se apagó en entre mis lágrimas
y las de ella. Entre problemas inconclusos, entre sentimientos perdidos, entre ella y yo. Cruel fue ella
porque aun amando me dejo y aun queriendo lo intenta.