viernes, 13 de septiembre de 2013

Un corazón que desea



Mi corazón me habla cada noche entre sueños y desvelos, entre amaneceres y anocheceres, entre sonrisas  y lágrimas. Me habla, me canta, me susurra,  me recita, me grita tu nombre, me cuenta como seria todo junto a ti y yo simplemente callo, porque el  silencio y la soledad se hicieron mis amigos. Mi corazón  te llama pero tú no has venido todavía en su busca y el anhela entre sus latidos el calor de tu piel.
Cada noche los sueños se convierten en realidades, en profundos deseos del corazón que tanto te echa de menos. Se confunden una y otra vez para confundir al alma. ¿te marchaste? O ¿todavía sigues junto a mí?, no distingo ya lo uno de lo otro. Deseo dormir para soñar contigo, con tu mirada, con el tacto de tu piel, con la humedad de tus besos y perderme entre el calor de tus caricias. Pero al despertar el sabor amargo de la realidad provoca el doloroso recuerdo de que la cama sigue vacía y mi corazón helado.
Incapaz de sentir, incapaz de amar, incapaz de olvidar, incapaz de dejarte marchar. Porque el mismo sabe, lo que en sueños me has contado, que volverás, que vendrás y que mis ojos volverán a brillar cuando se crucen con tu mirada. Que nuestras manos se unirán sintiendo la suavidad de tu piel, que nuestros besos jugaran al escondite entre las sabanas y que volveré a escucharte en la oscuridad de la noche.
Un corazón de que desea es un corazón que ama. Un  corazón que te desea como el primer día y como el último adiós. Eres la prioridad en mi lista de deseos, porque en ella solo hay uno, uno que he pedido al soplar a las velas y al ver pasar las estrellas fugaces, un deseo que en silencio grito y en la soledad acompaño. Un corazón que desea para poder sentir lo que un día sintió y sabe que su deseo llegara.

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